Deja la puerta abierta.....PARTE IV
Mientras caminábamos hacia el campamento, entre risas y pláticas, de pronto oímos unos sollozos, aun costado del camino, se escuchaba como de una persona que estuviese llorando, el sonido provenía de entres unos árboles grandes, frondosos y de aspecto tenebrosos. Al percibirlos, nos quedamos quietas sin hablar y sin movernos, para oír mejor de donde se originaban dichos quejidos.
-¿Qué es eso que se oye dentro de esos árboles?- dijo mi amiga con voz baja acercándose a mí.
-No sé- dije mientras los lamentos no cesaban.
-Espérame aquí, voy a investigar- argumenté mientras dejaba en el suelo el cubo de agua que llevaba y tomaba un trozo de leña que encontré para defenderme.
Me dirigí sigilosamente hacia aquello. Cuando de pronto, antes de llegar a ese lugar, una gran parvada de pájaros alzaron el vuelo, aquel sonido de las alas de las aves fue fuerte, yo me asusté y mi amiga dió un grito fuerte y volteé a ver a María.
-¡Mira frente a ti!- exclamó señalando hacia donde estaba yo.
Cuando giré la cabeza, observé que algo de gran tamaño subía rápidamente hacia arriba de los árboles, hasta perderse entre las ramas y los sollozos dejaron de oírse.
Con algo de temor, miraba a las copas de los árboles tratando de ver al ser extraño, pero ya no vi nada. En eso, llegaron corriendo mis otros amigos a socorrernos.
-¿Qué pasó?-dijo Fernando viéndome extrañado y con el arma en la mano.
-Alcanzamos a ver a un ser extraño escalando muy rápido esos troncos de esos árboles, y como está algo oscuro ahí, no pude distinguir muy bien de qué animal se trataba- argumenté viendo como Karina abrazaba a María que temblaba del susto.
-Si yo pude mirarlo, es como un oso grande, negro, y cuando iba subiendo emitiía unos pequeños gruñidos, pero es muy grande- dijo María que ya estaba más calmada del susto.
-¡Regresemos al campamento, este lugar está solitario y asusta!- declaró Carlos mientras levantaba el cubo de agua que estaba en el suelo.
Ese día, después de desayunar estuvimos al pendiente de ese ser extraño, por si llegase a aparecer otra vez por ahí cerca, decidimos que donde iría uno de nosotros, iríamos todos, para protegernos y colocamos las tiendas de acampar una cerca de la otra, tanto María como yo queríamos irnos del bosque, pero nuestros amigos nos convencieron que nos quedáramos, ya que este viaje se había planeado desde haces meses atrás y eran nuestras vacaciones antes de regresar a la universidad, y que tal vez lo que habíamos visto era un oso, que no tendríamos de qué preocuparnos.
Por la tarde, todos salimos a recoger leña para hacer una fogata, y así, ahuyentar con el fuego a ese animal que nos asustó por la mañana o que no se acercara mientras ardía la lumbre. Todos llegamos a la conclusión de que las chicas dormirían en la camioneta, para estar más seguras y los chicos en una tienda, cerca de la fogata y estarían pendientes por algo extraño que llegase a suceder.
me encanta!!!
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