Deja la puerta abierta.....PARTE VI
Cuando despertó Fernando, y Carlos fue a dormir, llegó hasta la camioneta y tocó despacio el vidrio de la puerta y dijo con voz bajita -¿Están despiertas?- pero nadie dijo nada, a pesar de que yo si estaba aún despierta, no quise decir nada, porque después de la pesadilla que unos minutos antes había tenido, no podía dormir.
Empecé a pensar muchas cosas, muchas teorías me vinieron a la mente hasta que poco a poco me iba quedando dormida. Ya no supe de mi, hasta el siguiente día que desperté, eran como las 5 am porque aún no amanecía, afuera hacia algo de frío y aún se escuchaban los ruidos de la leña que ardía con el fuego, levanté un poco la cabeza para mirar hacia afuera y observé que ambos chicos estaban ahí, platicando con risas en sus rostros.
De pronto ellos se levantaron y se fueron a la casa de campaña, en eso, abrí la puerta y salí, me senté cerca del fuego para calentarme un poco, cuando salieron y traían unos vasos con café calientito.
-Buen día Karen, ¿quieres una taza de café caliente?- dijo Fernando mientras me pasaba el café.
-¡¡¡Claro que sí!!!-exclamé mientras recibía la taza.
-¿Cómo durmieron anoche?-dije dándole un sorbo al café.
-Bien, nos turnamos en dormir, y nadie de nosotros oyó nada más, lo único que se escuchaba a lo lejos era el canto del cenzontle y uno que otro pájaro de esta región, pero nada extraño-argumentó Fernando, mirándome a los ojos.
-Ustedes creen que eso extraño ya se haya ido de aquí-pronuncié colocando las manos cerca del fuego para calentarlas.
-Lo más probable que sí, pero ya no pensemos en ello, mejor veamos el alba, que ya está por amanecer- articuló Carlos al señalarnos hacia el horizonte.
Los tres vimos cómo detrás de las montañas salían los primeros claros de la mañana, era el alba, y después del alba, los primeros rayos del sol, del nuevo día.
Luego percibimos el sonido de la puerta del auto que se abrían, eran las chicas que estaban saliendo del carro y se dirigían a dónde estábamos nosotros.
-Hola chicos, buen día-dijo María sentándose aun lado mío y colocando las manos cerca del fuego para calentarse, lo mismo hizo Karina.
-Buen día- dijimos todos al unísono.
Ese día, bajamos las cosas para desayunar y comer a la orilla del río, ya que nos pareció buena idea ir hasta allá para pasarlo bien. Entre carcajadas de risas y competencias de nado, todo fue muy maravilloso, tal vez el mejor día de todos estos días que llevamos aquí.
Antes de anochecer, recogimos las cosas y las llevamos al campamento, pero se nos olvidó llevar leña para la fogata, así que, le dije a Carlos si me acompañara para recoger la madera. Él dijo que sí pero no deberíamos de tardar mucho, ya que faltaba poco para que empezara a caer la noche, él me pasó un linterna por si nos entraba la noche por el camino. Fernando se ofreció a ir, pero yo le argumenté que no, que mejor Carlos me ayudara, porque él traía el arma y mejor se quedara para cuidar las otras chicas.
CONTINUARÁ...
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